
La dama del vino de Elciego
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Victoria Cañas (Elciego, 1942) está a punto de cumplir 83 años y lleva 46 a la cabeza de Bodegas Diez-Caballero.
Victoria Cañas (Elciego, 1942) está a punto de cumplir 83 años y quién diría, sin conocerla, que el cargo que mejor la representa es el de empresaria. Ilustre de Bilbao, Premio Joxe Mari Korta 2021 al emprendimiento y labor empresarial y otros tantos más reconocimientos por eso que se le da tan bien y de lo que tanto disfruta: el esfuerzo. Lleva 46 años a la cabeza de Bodegas Diez-Caballero, la bodega familiar ubicada en su pueblo natal de Elciego, y desde hace poco más de dos años lo hace siendo una vecina más de esta villa alavesa y dejando atrás su etapa en Las Arenas (Getxo).
Una aventura de constancia en la que sus dos hijos, Antonio y Victoria Diez-Caballero Cañas toman parte en los quehaceres administrativos y burocráticos. Antonio, además, controla todo lo relacionado con la calidad dada su formación como biólogo, aunque tiene como mentor a un referente en el sector vitivinícola de Rioja y del panorama nacional: Manuel Ruiz Hernández. Este jarrero de adopción y veterano de la enología y la viña es parte de la bodega desde hace cosa de 30 años y su buen saber hacer se palpa en la calidad de los vinos. «Manuel ha sido una institución, un investigador muy reconocido por su papel en la Estación Enológica de Haro, y ya desde entonces teníamos una relación muy importante con él por la capacidad que tenía».

Victoria Cañas, de Bodegas Diez-Caballero. Fotos: Leire Díez
Hay añadas que perduran en el recuerdo de esta dama del vino de Elciego, como la de 1948, cuando la bodega familiar trabajaba a base de graneles pero sabiendo diferenciar los vinos que procedían de una buena cosecha. «Aquella cuba del 48 siempre se recordará en la familia. Vino una vendimia tardía por el frío, pero con buena capacidad de grado que luego se convirtió en una finura enorme. Aquella cuba mantuvo muy bien las cualidades durante años y fuimos consumiéndola a base de bodas y demás celebraciones».
Desde entonces han pasado mejores y peores cosechas, pero la bodega familiar siempre ha estado ahí. Una construcción con cinco alturas donde las dos primeras las conforman una serie de calados excavados bajo tierra dejando a relucir la piedra de sillería, la misma que rebosa en cada rincón de la villa de Elciego. En la siguiente altura se encuentran los depósitos de hormigón para la fermentación y sobre ellos ya descansan las barricas donde se cría el vino. El último piso está dedicado a la zona social donde Victoria y los suyos rinden homenaje al legado de sus antepasados.

Victoria Cañas, de Bodegas Diez-Caballero. Fotos: Leire Díez
«Permanecer en la bodega familiar es todo un lujo y más si se trata de un pueblo donde la riqueza siempre ha recaído en el vino y donde el patrimonio cultural es enorme. También contamos con dos edificios justo en frente con toda la maquinaria y medios necesarios para la elaboración de nuestras propias uvas, porque todo lo que producimos lo elaboramos nosotros y no compramos nada más», apunta.
Victoria, y muy probablemente por herencia de los de casa, siempre ha ido a la conquista de nuevos mercados. Un carácter mercante que le ha servido para torear con habilidad en muchas plazas y hacer que sus vinos (con una producción anual que ronda las 120.000 botellas) a día de hoy estén presentes en distintos continentes. La labor comercial, como remarca, es clave para que un proyecto prospere: «Desde el principio nos ha acompañado la ilusión por comercializar nuestros vinos y siempre he pensado que hay que diversificar y estar comunicados con muchas cosas. Cuando vimos que no había mercado para los graneles, los cuales vendíamos a la Alhóndiga de Bilbao, mi marido y yo decidimos dar el paso al embotellado en 1979. Además, nos metimos muy pronto en la exportación con Suiza y Estados Unidos como primeros mercados, los cuales a día de hoy se mantienen».

Victoria Cañas, de Bodegas Diez-Caballero, con el pueblo de Elciego al fondo. Fotos: Leire Díez
Diez-Caballero ha llegado a comercializar en el exterior más del 70 por ciento de sus vinos, aunque ahora la venta directa en bodega es otro canal importante, ocupando cerca de un 20 por ciento. «En el mercado nacional hemos ganado presencia y también en La Rioja, donde hemos empezado a introducir nuestras referencias en el sector de la hostelería más premium. Lo que está claro es que la calidad es la que nos va a salvar y nos va a diferenciar y en nuestro caso, Manuel Ruiz siempre dice que de diez cosechas nuestras, ocho son excelentes. Vinos, además, que envejecen muy bien».
Nunca cierra la puerta a nuevas oportunidades comerciales, aunque sus planes con el vino van más allá de lo que concierne a su bodega. El compromiso de Victoria con El ciego es convertirlo en un referente enoturístico y para ello, incide, la unión y colaboración de las bodegas del municipio es clave. Hace un año adquirió la casa-palacio, un histórico edificio ubicado en plena plaza del Elciego y en el que pretende crear un proyecto enoturístico que beneficie al turismo en la villa y en la comarca. «Hay que dar espíritu a esas capacidad que este pueblo tiene para expresarse con el vino y fortalecernos».